Es fascinante observar cómo caen los velos sobre la memoria, la acción continua y silenciosa de la fuerza del Olvido, la lluvia fina que disuelve las precarias identidades transpersonales de nuestras máscaras. ¿Recuerdas cuando aprendiste a leer? Vuelve allí por un momento, levanta el velo. ¿Recuerdas la alegría que te produjo conseguir aquella hazaña? Tú creíste poner un esfuerzo para transformar aquellos signos en sentido, pero tu esfuerzo consistió simplemente en evitar salir a correr y jugar, en por un instante y de manera inconsciente invocar la Presencia y focalizar tu Conciencia Niña, en dejar que algo en ti comenzara a recordar un mundo invisible que se asomaba como palabras prendidas a significados. Te extasiaste viendo aparecer cosas desde la nada, insufladas por tu Divino Soplo Creador, la Palabra que decía el Mundo, que lo ponía frente a ti y alrededor tuyo gracias a tu Aliento. Hiciste vivo lo que no estaba, encontraste lo olvidado: sólo podemos encontrar aquello de lo que ya tenemos una imagen formada. ¿Cómo puede el bebé encontrar su madre si no tiene ya su imagen previamente, si no la desea como fuente de vida?
Aquella experiencia única de la lectura quedó arruinada por nuestro incipiente ego, ocupado en generar una máscara con el nombre que nos habían dado, uniendo pedazos de emociones heredadas de nuestro linaje. Y esa máscara fue consagrada y fortalecida por los aplausos, sepultando bajo sus broncíneos contornos el Hálito que hizo posible la magia de tu gesta, coronando el esfuerzo y la dificultad por encima de la Belleza espontánea del Alma Humana leyéndose a sí misma como Mundo.
Leer es navegar el Mundo como significado puro, es ver en su espejo sustantivo reflejada nuestra secreta humanidad, y hacerlo Real a nuestra imagen. Hasta ese momento no es más que el sueño de una sombra en la frontera de la Noche. La acción de leer no se limita a insuflar el Espíritu vital en los signos de las diferentes escritura. Continuamente leemos el Mundo, lo creamos de un instante para el otro vitalizando los signos que llamamos “cosas”. Nuestra lectura es una escucha de su Habla, de su Vaak, como lo llama el Veda, y es una escucha humana, distinta a la del árbol o el delfín.
Leer es anterior a la escritura Humana. Antes que apareciera ningún texto leíamos el rastro del animal que perseguíamos con el olfato, como también hacen otros predadores, y leíamos el tiempo en las nubes y el Sol. Los libros evocan esas memorias ancestrales, por eso son más que textos o architextos. Los libros son primero lectura y luego escritura, y luego su fusión, para acabar siendo un monumento al Aliento Creativo, que exige rituales y se vivifica con ellos. Cualquier libro tiene este perfume. Algunos añaden otros que despiertan una nostalgia aún más profunda.
Vuelve a leer el Mundo, vuelve a escuchar el canto de tu Alma.
Aquella experiencia única de la lectura quedó arruinada por nuestro incipiente ego, ocupado en generar una máscara con el nombre que nos habían dado, uniendo pedazos de emociones heredadas de nuestro linaje. Y esa máscara fue consagrada y fortalecida por los aplausos, sepultando bajo sus broncíneos contornos el Hálito que hizo posible la magia de tu gesta, coronando el esfuerzo y la dificultad por encima de la Belleza espontánea del Alma Humana leyéndose a sí misma como Mundo.
Leer es navegar el Mundo como significado puro, es ver en su espejo sustantivo reflejada nuestra secreta humanidad, y hacerlo Real a nuestra imagen. Hasta ese momento no es más que el sueño de una sombra en la frontera de la Noche. La acción de leer no se limita a insuflar el Espíritu vital en los signos de las diferentes escritura. Continuamente leemos el Mundo, lo creamos de un instante para el otro vitalizando los signos que llamamos “cosas”. Nuestra lectura es una escucha de su Habla, de su Vaak, como lo llama el Veda, y es una escucha humana, distinta a la del árbol o el delfín.
Leer es anterior a la escritura Humana. Antes que apareciera ningún texto leíamos el rastro del animal que perseguíamos con el olfato, como también hacen otros predadores, y leíamos el tiempo en las nubes y el Sol. Los libros evocan esas memorias ancestrales, por eso son más que textos o architextos. Los libros son primero lectura y luego escritura, y luego su fusión, para acabar siendo un monumento al Aliento Creativo, que exige rituales y se vivifica con ellos. Cualquier libro tiene este perfume. Algunos añaden otros que despiertan una nostalgia aún más profunda.
Vuelve a leer el Mundo, vuelve a escuchar el canto de tu Alma.
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