Una nota breve para aclarar de nuevo la relación entre la filosofía y la psicología. Se hace necesaria en una sociedad como la nuestra en la que de forma generalizada se asume que filósofo y psicólogo son quienes están acreditados por alguna universidad al repecto, es decir aquellas personas que han seguido unos programas específicos de enseñanza y superado ciertos exámenes. Ni Pitágoras, ni Heráclito, ni Buddha, ni Sócrates, ni Platón, ni Aristóteles, ni Plotino, ni Lao-Tse, ni Sankara, ni… (la lista sería inmensa…) bien pues ninguno de esa lista tuvo nunca una acreditación universitaria. Y con la psicología pasaría lo mismo. Es muy importante no caer en la mentalidad funcionarial en relación a la filosofía y la psicología.
La psicología como saber académico se desarrolló dentro del seno de la filosofía hasta el último cuarto del siglo XIX. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, reconoce este parentesco, y nos dice en una de las acepciones del término, que la psicología es una parte de la filosofía. Recordemos que algo similar le pasó a la física en relación a la filosofía, o al derecho, la matemática, etc. La gran obra de Isaac Newton, escrita en latín, no en inglés, se llama : Philosophiæ naturalis principia mathematica. La física era llamada “filosofía natural”.
La psicología en Occidente es fundamentalmente ahora psicoterapia, y va unida ya en la conciencia colectiva a las ciencias de la salud. La psicología, no obstante, es en su núcleo autoconocimiento, es una acción epistemológica que afecta al equilibrio homeostático de nuestra Alma y a los equilibrios sociales. El tratamiento epistemológico de nuestra Alma tal como lo practica lal neurociencia desde una perspectiva puramente fisiológica es insuficiente. Las descripciones de estructuras neuronales en términos bioquímicos con todo lo fascinante que puedan ser, carecen de perspectiva holística y pertenecen a una forma de hacer ciencia que no se corresponde con las complejidades del ser humano: dejan fuera la emergencia de los reinos del significado y conducen tan sólo al énfasis de las capacidades maquinales del humano. Esta manera de hacer ciencia fisiológica no tiene herramientas para la comprensión de los mundos simbólicos sociales e individuales. Es más no tiene capacidad para abordar y completar sus propios proyectos: no disponemos de una matemática que pueda tratar la complejidad neurofisiológica, y menos aún de decir algo con sentido acerca de esa complejidad en relación a la complejidad de la identidad del Universo y del Ser Humano.
La psicología humana comenzó siendo la intuición del Anima Mundi en nosotros. Y el descubrimiento en el espejo de la Naturaleza de una identidad que no es simplemente animal, una identidad que brota del Misterio y le da forma. Los dioses nos acompañaron después en diferentes configuraciones psicológicas, y en ellos descubrimos algo distinto a lo que la desnuda Naturaleza nos ofreció con infinito amor. La tercera generación de dioses nos desveló los Reinos de la Verdad y la Falsedad, la Sabiduría y la Ignorancia. Cuando aplicamos el Amor a estos Reinos, la pasión de la Existencia consciente brota, nace la Filosofía. La Filosofía profunda surge del amor. No es Sabiduría, es amor a la sabiduría. El Amor a la Sabiduría nos lleva a entender que Sabiduría e Ignorancia se funden en una cosa única cuando nos aplicamos la sabiduría a nosotros mismos, de manera desnuda, auténtica, espontánea. Esta Filosofía es el Ñana (Gnana) Yoga, es una filosofía perenne y transpersonal que se hace desde los cinco cuerpos (fundas) que nos constituyen, no desde un cuerpo manas que encima se encuentra mutilado por una dogmática e ilusoria dualidad.
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