El Alma Intelectiva es una entidad, una formación de la Conciencia-Fuerza (Shakti), pobremente entendida por el Ser Humano. Es a través del Alma Intelectiva que la ilusoriedad del mundo queda desvelada y con tal desvelamiento, el propósito de la Maya. El pensar de la dualidad, ya sea el de la ciencia o el de la Ontología, o el del Arte, puede ofrecer imágenes muy poderosas de la Realidad del Universo siempre que tal pensar no sea un destino final de nuestra Voluntad. Para que esto no ocurra hay que tener muy claro qué son esas imágenes que nos ofrece el pensar de la dualidad, es decir, comprender el limite de toda representación mental.
El axioma epistemológico básico podría ser expresado así: “Hay un sujeto que intelige un objeto”. Aclaremos sus componentes. La acción fundamental es inteligir, en la que intervienen percepción y concepción, ambas acciones que lleva a cabo el sujeto (básicamente una incógnita, una X como dijo Kant) a partir de unos inputs que provienen del objeto. Estos inputs que provienen del objeto expresan un conjunto de propiedades que se suponen independientes del sujeto. Publicaré en otra entrada con algo más de detalle los procesos que ha considerado la neurociencia como fundamentales al cerebro animal, ahora voy a centrarme en esa relación entre sujeto y objeto a partir de una intuición básica humana que también tienen los animales: el emparejamiento de dos cosas, es decir, el concepto matemático de función o mapeo. No os asustéis, no vamos a hablar de matemáticas.
En el espejo de nuestra neuronas se reflejan las formas de fuerza del Universo. Pero ese espejo tiene una curvatura y un grado de limpieza propio de la vida y propio del Ser Humano. No todo lo que hay en el Universo se refleja en ese espejo. Los fenómenos con una duración inferior a los 120 milisegundos son imperceptibles, no están en nuestra liga perceptual, si bien sí lo están como concepto, pues construimos aparatos a partir de entramados simbólicos (lingüísticos) que extienden nuestra sensibilidad.
Percibir es mapear, es decir, simplificar, filtrar, representar el mundo, es decir, proyectar un conjunto de inputs "objetivos" en un espacio diferente, el espacio neuronal. Básicamente este mapeo nos da una imagen de nuestra propia fisiología: el espejo de nuestra Alma Intelectual refleja una imagen del mundo que en realidad es nuestra propia proyección. Encontramos en el mundo los objetos que nuestra fisiología ha puesto en el mundo como objetos o procesos. Luego lo olvidamos, y creemos que encontramos cosas externas que son independientes de nuestros patrones particulares de pensamiento.
Los conceptos y las ideas también son mapas, pero de segundo orden, es decir, son mapas de mapas. Cuando conectamos un mapa perceptivo con otro mapa perceptual, estamos (o más bien nuestra Alma Intelectual está) generando un concepto. La neurociencia limita la acción de la intelección al cerebro, pero realmente pensamos con toda nuestra fisiología y con todos nuestros protocolos emocionales. Nuestro sistema inmunológico forma parte del pensamiento del Alma Volitiva, y no es casualidad que el neurocientífico Gerald Edelman (cuya formación científica fue la de inmunólogo) fuera capaz de establecer un mínimo orden sistémico de los mapeos neurológicos básicos aplicando conocimientos sobre el funcionamiento del sistema inmunitario.
Los conceptos se componen con otros conceptos según los sucesivos grados de complejidad semántica condicionados por los equilibrios homeostáticos del organismo. De esa composición surgen ideas, entidades simbólicas de otro orden. Las ideas se componen siguiendo un orden sintáctico y semántico cada vez más complejo, y desarrollan semillas o spermata (tomando prestada la designación de Anaxágoras), formas de orden que son a la vez vivas y simbólicas. Pero volvamos a los mapeos.
Lo que llamamos mundo es una proyección del Alma Humana sobre algo desconocido (un Apeiron). Ese mapeo vuelve a nosotros como un objeto. Y a partir de este mapeo, nuestra Alma Intelectual (que es más que el mero funcionamiento cerebral) configura espontáneamente mapeos de orden cada vez mayor, conceptos, ideas, spermata, es decir, configura nuevos espejos en los que se reflejarán formas cada vez más alejadas del input original del mundo. Estos espejos, estos mapeos muestran todo un espectro infinito de mundos, tanto adyacentes a éste como alejados de él.
En mi libro Mitopoética llamé morfismos a las asignaciones intelectivas, y consideré las diferentes variedades de ellas. Sólo quiero destacar aquí dos de ellos: los endomorfismos y los exomorfismos. Un endomorfismo es un mapeo entre dos entidades (sistemas en general) que pertenecen al mismo sistema. Un ejemplo de esto serían las metáforas (en todas sus variantes formales) del lenguaje común y de la literatura. Un exomorfismo es un mapeo en el que las dos entidades del mapeo no pertenecen al mismo sistema. Un ejemplo de esto sería el proceso de describir el origen del Universo. No podemos proyectar nuestro sistema Intelectivo sobre el escenario (sistema) del Origen.
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