El estudio de las religiones de la India es toda una escuela del Arte de Ser Humano. Los estadios mitopoéticos de la humaidad conviven y se solapan de una manera tan fértil como caótica. Se necesitaría como mínimo un curso de tres años para iniciarnos en todas las sutilezas y variantes doctrinales y devocionales, un compromiso que la inmensa mayoría de vosotros no podría atender por las cuestiones prácticas de la vida. Os he ido dando algunas claves aprendidas y maduradas en los últimos 40 años de mi vida, muchas de ellas sintetizadas en el “Sendero de la Belleza”, libro que pretendí hacer más simple pero que veo ahora, tras varios meses de vuestras reacciones en el Blog, cómo exige todo un arsenal de conocimiento previo para su completa comprensión. Me gustaría que la propuesta más directa y simple del libro quedase clara: déjate encontrar por la Belleza y ríndete a Ella. También me gustaría que quedase claro en qué consiste el camino del conocimiento no dual (Advaita Vedanta) en relación a la práctica común que llamamos “Yoga”, pues de una manera u otra vais a practicarla hasta el final de vuestros días.
El movimiento Orientalista iniciado por Vivekananda en el mundo Occidental a finales del siglo XIX no fue el primer contacto con el conocimiento no dual (Advaita Vedanta) que tuvo Europa, pues el sufismo español de los siglos XII-XIII, especialmente en la figura de Ibn Arabi y otros sufís más o menos desconocidos de Andalucía y Castilla, lo expresaron en todo su esplendor, muchas veces a costa de la vida y encarcelamientos. Los sufís, como también Meister Eckart en Alemania, se atrevieron a decir que si sólo hay un Ser en el Universo, entonces el Humano también es ese Ser, y no algo distinto. En la filosofía, siempre lastrada y a la vez ayudada por el peso de la lógica, el Advaita no encuentra su camino hasta Arthur Schopenhauer y después hasta su lúcido y salvaje epígono Friedrich Nietzsche.
La llegada de Vivekananda, la aparición del movimiento Teosófico, la posterior llegada del Sufismo Universalista de la Orden Chisti de India, y otros movimientos psicológicos relacionados con el Advaita Vedanta, se dan al comienzo de la ola de cultura de masas en la que nos encontramos en nuestros dias. Vivimos en el Pop y sólo somos capaces de entender lo Pop, la moda, la tendencia, lo que vende, lo que activa la economía. Muy pronto, el Advaita y el esoterismo gnóstico más auténtico se sumergieron en las profundidades de un movimiento folclórico orientalista al que se apuntan las diferentes formas de budismo. En la superficie de este lago cultural, ha quedado flotando el Yoga, como síntesis de un conjunto de actividades para mejorar la calidad de vida. Los médicos en Europa recomiendan el Yoga, en muchas ocasiones sin saber qué están exactamente recomendando, una actitud autocomplaciente de la medicina Occidental que piensa que el Yoga, como el agua, no puede hacer daño. Pero no todas las aguas son igual de buenas para todos los riñones.
Por Yoga se entiende una especie de intensa gimnasia acompañada de una actitud positiva y saludable en relación a la vida con eventuales comidas vegetarianas y controladas en términos de dietética. En los mejores casos, este Hatha Yoga sale de la infantil fase circense de la elasticidad y la postura imposible para adentrarse algo en la respiración (pranayama) y la concetración (dharana). Las austeridades y los sufrimientos del yogi han sido curiosamente asimilados en Occidente como austeridades y sufrimientos calisténicos, gimnásticos: el yoga se practica para alcanzar la difícil asana que alienta y fortalece nuestro cuerpo y nuestro ego, nuestras máscaras, para acciones posteriores en la vida cotidiana. Es interesante observar que en India, las austeridades son tradicionalmente asociadas a los demonios, que prácticándolas fortalecen su estructura psíquica y alcanzan poderes sobre otros seres. En ese grupo, se inscriben hoy un buen número de instructores yógicos y gurús, tanto en India como en el resto del mundo.
En algunos casos, quizá una de cada diez personas, Hatha Yoga es la antesala para “más Yoga”. La mayoría de las almas humanas sienten la Nostalgia de la vuelta a Casa, el Ishq, del que hablan los sufís, y el Hatha Yoga la aviva porque activa un recuerdo de “Samadhi” de un estado de contemplación que lleva a una disolución de las máscaras y Presencia del “Yo Soy”. Comenzamos haciendo Hatha Yoga de una manera egoista y terapéutica que de repente se desvela como un anhelo profundo de Realidad. El Amor Universal nos llama, nos condujo hacia si. El Alba de esa Nostalgia Amorosa es tanbién el alba de un deseo irrefrenable de conocer eso que amamos: esta es el Alba del Conocimiento que llamamos Ñana Yoga (Gnana, Jnana).
El muy conocido Yoga Sutra de Patanjali comienza con un claro aforismo: Yoga es Samadhi. Ñana Yoga sería entonces el conocimiento profundo de Samadhi. Conocer en el sentido de estar en una forma de sabiduría es un estado permanente de la Conciencia, aunque la Conciencia sea algo no permanente que surge y desaparece con el Universo. Ñana Yoga es entonces “Ser la Conciencia de Samadhi”, que es una Conciencia de Bienaventuranza (Chidananda Rupa) puesto en términos de Advaita Vedanta. Ñana Yoga es conocimiento no-dual, es Advaita Vedanta, pero es también algo más pues no queda limitado por la no-dualidad, ni por el conocimiento, ni por las perspectivas personalistas ni por las impersonales: ninguna forma religiosa, filosófica o mitopoética ofrece una representación de este Yoga, y es en este sentido un Paramatman Yoga.
Seguiremos hablando sobre Ñana Yoga. “Sendero de la Belleza” no es más que un cartel en el camino de la vida que apunta hacia el Ñana Yoga. Curiosamente, es un tipo de cartel que apunta en todas direcciones, como una rosa de los vientos de infinitas dimensiones. Apunta hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia delante, hacia detrás, hacia arriba, hacia abajo, hacia dentro, hacia fuera...
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